Mi bebé no come, ¿qué puedo hacer?
Tu bebé tiene la edad para sentarse en la mesa y formar parte de las comidas familiares, pero se rehúsa a comer y se limita a dos o tres alimentos diariamente.
Esto es más común de lo pensado y ocurre por una serie de condiciones propias de su edad, entre las más importantes:
Reducción en el ritmo de crecimiento: aproximadamente a los 2 años de edad, los niños (as) experimentan una disminución en su apetito y requieren de porciones pequeñas para satisfacer sus necesidades nutricionales. En el caso de niños que no tienen problemas de crecimiento o bajo peso, la cantidad de alimentos consumidos no debe ser causa de extrema preocupación, inclusive es normal que varíen mucho de un día para otro. Un error común en esta etapa, es dejarse manipular por el niño y ofrecer comida chatarra como opción “para que coma algo”.
Mayor independencia: en muchas ocasiones, el rechazo hacia alimentos puede ser una expresión de esta nueva libertad. Es importante intentar no frustrarse o no darle más importancia de la que se merece, ya que no significa que no los aceptará más adelante. El papel de los padres es continuar ofreciendo únicamente opciones saludables y dejar que el niño (a) seleccione lo que desee.
Tiempos de comida poco definidos: esto se debe a que los niños (as) en esta edad, usualmente se encuentra activos y pocas veces tienen interés en sentarse a la mesa; al mismo tiempo requieren de comidas y porciones pequeñas. Lo ideal, es asegurar pequeñas meriendas a lo largo del día con alimentos de alto valor nutricional: frutas, vegetales, leche, carnes o frijoles.
Adicional a lo mencionado, también se recomienda que los padres utilicen las texturas y colores de los alimentos, para aumentar la aceptabilidad de los mismos, por ejemplo: flores de zanahoria elaboradas con cortadores de galletas o helados de palito de frutas y yogurt. En esta edad, las texturas crujientes, los alimentos fríos y los colores y formas llamativas son muy gustados.
Los padres siempre buscan el bienestar de sus hijos y en el proceso de crianza enfrentan muchas situaciones que ponen a prueba la paciencia, generan angustia e intranquilidad. Una de ellas es: la hora de comer.
Es común que se tengan ciertas expectativas en la alimentación de los niños, los padres esperan que tengan sus mismos gustos, que coman adecuadamente y es ahí donde puede aparecer la frustración, lo que puede empeorar la situación.
En este artículo queremos contarte cuáles son las razones principales por las que los niños no quieren comer, qué hacer en esas situaciones y algunos consejos para incentivar el apetito.
10 razones por las que mi hijo no quiere comer
- Cambios alimenticios no adecuados: dar a los niños mucha comida alta en azúcares y grasas es poco adecuado para su salud, no aporta ingredientes y puede causar que más adelante se opongan a la ingesta de verduras, por ejemplo.
- Monotonía en su dieta: la falta de color, poca variedad en las texturas y sabores causará que el niño se canse de la comida y la rechace.
- Sobreprotección o complacencia: ser rigurosos en extremo con los horarios de comida, porciones y tipos de alimentos será desgastante para el niño. Asimismo, la permisividad desdibujará los límites impuestos por los padres, dando paso a caprichos, pataletas y manipulación.
- Nuevos hábitos: la llegada de un hermanito, el inicio de la escuela, cambio de cuidadores, mudanzas, reinicio laboral de alguno de los padres, su ausencia parcial o permanente, pueden ser factores desencadenantes.
- Uso de elementos electrónicos: el exceso de entretenimiento puede afectarlos de dos maneras, principalmente. En la primera, genera distracción y el pequeño puede preferir ese momento de diversión sobre la comida; en la segunda, el niño exige la pantalla para comer.
- El club del plato limpio: exigir a los niños comer más allá de sus gustos y necesidades puede desencadenar problemas alimentarios.
- Malestares de salud: las gripes o cualquier tipo de afección pueden disminuir su apetito.
- Bullying: las burlas o situaciones difíciles en la escuela pueden causar muchos problemas, los niños suelen ocultar estos eventos por miedo o vergüenza, por eso los padres deben estar muy presentes.
- Modelos: la mayoría de las cosas que los niños aprenden se dan por imitación, así que ver que sus padres o hermanos no están en la mesa o tienen otras actividades a la hora de la cena harán que le reste importancia a ese momento.
- Atención: hay que ponerles especial interés a los pequeños en todas sus actividades, pero la hora de comer es fundamental porque buscamos que el niño se nutra adecuadamente, que aprenda a ser consciente de los alimentos que consume y porque es un momento especial para compartir en familia.
Consejos para incentivar el apetito de los niños
Hacer de la comida un momento agradable, sin prisas y lleno de felicidad es vital para generar interés en el pequeño, por eso, tener en cuenta sus gustos, entender que está satisfecho y velar porque se alimente de forma balanceada siempre será importante.
No siempre está mal que el niño no quiera comer, los padres deben entender que hay momentos para todo, sin embargo, si es una situación recurrente lo más recomendable es asistir a tu pediatra.
- No desistas si no le gusta un alimento, tampoco lo fuerces, permítele darles segundas oportunidades a ciertas comidas.
- Respeta y entiende las decisiones del niño, dale su espacio y la capacidad de determinar sus acciones.
- Establece horario y espacios para la comida, pero siempre con flexibilidad, los límites deben ser firmes pero ningún extremo es bueno.
- Compartir en la mesa con la familia.
- Hacer platos llamativos, estimulando sus capacidades, le ayudarán también a ver el momento de comer como un espacio de diversión y aprendizaje.
- No forzar, ni engañar, ni chantajear. Entretener al niño fingiendo un juego para obligarlo o darle una recompensa por comer son prácticas poco saludables.
Recuerda que los alimentos no son premios ni castigos, los padres deben enfrentar estas situaciones de la manera más adecuada para evitar empeorar la situación o crear nuevos comportamientos negativos en el afán de que coman algo.
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