¿Entre la leche y el resto de alimentos que empieza a comer, ¿tiene mi bebé todo lo que hace falta para crecer bien?
Para un buen crecimiento, mi bebé necesita una alimentación equilibrada. Hierro, flúor, vitamina D, vitamina K... estoy un poco perdida. ¿Cómo puedo estar segura de estar alimentándolo bien?
Vitaminas y minerales
Si tuviéramos que resumir este proceso en una frase sería ésta: una alimentación equilibrada y variada en la que destaquen los productos lácteos, las frutas y las verduras aporta la ración diaria de nutrientes necesaria para el crecimiento de los niños (¡...y los adultos!). Está bien, pero a mi niño le cuesta aceptar el puré de vainicas y el albaricoque. ¿Recibe las vitaminas y minerales suficientes para crecer bien? ¿Y por qué el pediatra le ha recetado complementos vitaminados? A continuación encontrarás las respuestas a tus principales preguntas.
¡Una salud de hierro!
El hierro permite fabricar hemoglobina, la encargada de hacer circular el oxígeno por la sangre. Una falta de este oligoelemento puede provocar anemia, es decir, una caída de la resistencia a las infecciones (en especial las otorrinolaringológicas). Peso estancado, cara y labios pálidos, irritabilidad y lloriqueos no habituales, falta de apetito e incluso rechazo a la comida y la bebida: estos son los signos de una carencia de hierro.
Para evitarlo, sigue estos consejos:
- Dar el pecho, ya que el hierro está presente de forma natural en la leche materna si la madre come de forma equilibrada.
- En general los alimentos más ricos en hierro son las carnes y sus derivados, además el tipo de hierro que contienen se aprovecha muy bien. Hay alimentos vegetales ricos en hierro también, pero éste se aprovecha en menor cantidad. Por ello, durante la diversificación alimentaria, incluir cada semana en el menú del bebé y en función de la etapa en la que se encuentre: carne roja (respetando estrictamente las cantidades adaptadas a su edad, ya que un exceso de proteínas no es bueno para su salud), yema de huevo a partir de los 12 meses (a partir del año de edad el huevo entero), verduras ricas en hierro (espinacas, brócoli, guisantes, vainicas...), legumbres a partir del año de edad (lentejas, garbanzos) cereales (pasta, arroz y pan) y fruta fresca.
¿Sabías que…? Para favorecer la absorción del hierro presente en los alimentos de origen vegetal, hay que tomarlos junto con otros alimentos ricos en vitamina C. Por ejemplo, puré de espinacas al limón, lentejas con chile dulce, o acompañar estos alimentos por un vaso de jugo de naranja.
El flúor, el aliado de sus dientecitos
Este mineral contribuye al crecimiento de los huesos y refuerza el esmalte de los futuros dientes, previniendo así la caries. De ahí su importancia. Estudios recientes sugieren que la acción del flúor es más beneficiosa tras la aparición de los dientes.
Sigue el consejo de tu pediatra, pero debes saber que, por lo general, los dientes del bebé empiezan a lavarse hacia el año de edad, con un cepillo pequeño adaptado a su edad, suave, ergonómico y... ¡divertido!
Vitamina D para unos huesos fuertes
La vitamina D permite que el calcio se adhiera bien a los huesos, de modo que crezcan fuertes y con buena salud. En los niños pequeños, una carencia de vitamina D puede provocar retrasos en el crecimiento. ¿Dónde se encuentra? Por una vez, la alimentación no cubre el 100% de las necesidades. ¡El cuerpo fabrica la mayor parte de la vitamina D necesaria gracias a los rayos del sol! De ahí la importancia de dar un pequeño paseo diario al aire libre, protegiendo al bebé de los rayos UVA-UVB con una gorra, lentes de sol y con ropa que cubra brazos y piernas.
Sin embargo, la alimentación también ayuda. Algunos alimentos son ricos en vitamina D y deben incluirse en el menú del bebé si éste no es alérgico a ellos y si se corresponde con el momento adecuado de la diversificación alimentaria:
- Huevos a partir del año (en general, al bebé le encantan en todas sus formas),
- Pescado a partir del año (sardina, salmón, atún...), primero triturado en el puré y luego en trozos pequeños,
- hígado, por ejemplo picado y con puré de papas.
¡La vitamina K es indispensable!
Producida por las bacterias del intestino, esta vitamina participa en el proceso de coagulación de la sangre. En un lactante, pueden existir carencias de esta vitamina. Un pequeño "plus": casi todas las verduras, en especial las espinacas y el repollo, los pescados y el hígado contienen vitamina K.
Carla, madre de Sara, 3 años, y Rosa, 8 meses:
"Para asegurarme de que mis niñas reciben su dosis de vitaminas (en especial D y K) y flúor, pegué en la refrigeradora una lista de todos los alimentos que los contienen. Así me resulta más fácil incluirlos en sus comidas".
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